La Navidad de 2010 pasó a la historia de la Lotería no tanto por el monto de los premios, ni por lo repartidos que estuvieron, ni por los agujeros que taparon los agraciados con los millones. Aquel 22 de diciembre en el que llovieron millones en Cataluña supuso el triunfo de los números feos.
Ese mismo año un número erótico, el 69069, dejaba más de 9 millones de euros en Palma.
Ninguno de los dos formaban parte del club de los «números bonitos», tan solicitados en las ventanillas de las administraciones de Lotería. Números salteados, que no comienzan por ceros y en los que las cifras no se repiten. Como si la suerte acompañara siempre a la diversidad numérica.
Pero el subconsciente es así. Entre un 75364 y un 88888 o un 00001, la inmensa mayoría de los compradores se decanta por el primero sin dudar aunque las probabilidades matemáticas sean las mismas para los tres números citados. Los números bajos o con cifras repetidas son los más difíciles de vender, es una realidad.
Nosotros en nuestra administración TENEMOS NÚMEROS FEOS, concretamente el 89777.
¿TOCARÁ ESTE AÑO UNO FEO?
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